Cuando en este último tiempo todo el mundo habla de dinero, la palabra negocio es moneda corriente. Entre dirigentes y políticos se ponen de acuerdo en que los números no cierran.
Nadie hace un mea culpa. Los clubes no pueden comprar jugadores, porque a los que están se les debe los sueldos. El dinero no alcanza.
Agremiados sale a reclamar por esos muchachos que corrieron dejando el alma en cada partido, por los que zafaron del descenso, por los que pelearon el título, los equipos que entraron a
Se cambió de caballo en medio del río, ya no está TSC, ahora es Canal 7.
Se hacen grandes reuniones diciendo que el fútbol se va a ver, pero nadie defendió al hincha. Si, al hincha del futbol que está más preocupado con las incorporaciones que por los negocios. Ese hincha tan especial que hace que en el mundo quieran venir a ver el superclásico, porque más allá de los jugadores, el color lo ponen los hinchas.
Porque todo jugador corre y hace goles, ataja penales, transpira la camiseta para su gente, la que paga la cuota del club o la que saca la entrada. Esa misma gente que no se ve en los negocios o no puede entrar a AFA.
Bienvenido fútbol argentino, ese que nos hace caminar rápido cuando estamos cerca del estadio donde vamos a ver a nuestro equipo, ese que nos permite bajar un cable a tierra por dos tiempos de 45 minutos, el fútbol de “¡Hay gorro bandera y vincha!”
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